EL PROBLEMA CON LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD.
El placer puede ser alcanzado, el dolor puede ser evitado, pero ¿puede perseguirse la felicidad?
La sociedad americana, y por extensión de ella la civilización occidental, está manifestando la ira que acompaña un desquiciamiento mental. Ésta no es feliz, a pesar de todas las diferentes golosinas disponibles, las películas, los parques de diversiones, los coches, los tranquilizantes y analgésicos, o tal vez por todo eso. Porque, cuando el placer está disponible, la falta de felicidad puede hacerse más evidente.
Columbine y la demás violencia escolar pueden ser una locura sin doctrina. Lo que esos niños dicen en línea antes de masacrar a sus compañeros es fácilmente descartado como ira nacida del enloquecimiento.
Pero la furia se ha extendido y aunque una próxima ola de masacres sea ejecutada y aplaudida por una pequeña minoría de la población de EE.UU., será una parte significativamente alarmantemente, que comparte una psicosis colectiva —o doctrina—. El que para uno es terrorista para otro es un revolucionario.
El hecho de que esta locura haya podido ser alimentada desde la Casa Blanca durante cuatro años muestra la promesa fallida de la búsqueda de la felicidad en la Constitución americana.
El líder de esto ha sido alguien que no podría haber sido más infeliz toda su vida. Obviamente se ha sentido con todo el derecho de repudiar con otras mentiras lo que para él y muchos otros es una falsa promesa falsa de la Constitución Americana.
Esta se escribió con un modernismo epicúreo, al inicio de una época que había sobrepasado la creencia de que uno o muchos dioses dirigen el mundo en el que vivimos. En el mundo de hoy, la mayoría de nosotros asumimos que nada abstracto existe realmente y que lo que se ve es todo lo que hay.
Lo más paradójico, entonces, es que pasamos nuestras vidas persiguiendo una experiencia que no puede ser cuantificada. Cuando decimos «soy muy feliz», ¿nos referimos al placer que algo trae, o a una satisfacción trascendente? ¿A algo que puede ser permitido o propiciado, como una bendición, en lugar de ser procurado como una compra? ¿A un sentido de unidad y comunión con el orden de la naturaleza?
Uno no tiene que ser religioso para captar eso. La plenitud y el placer son dos cosas diferentes. La salud vibrante y la mera ausencia de enfermedad son muy diferentes… y mucho más que la ausencia de síntomas. Tal vez esa falta fundamental de claridad es la razón por la que el mundo está tan loco.
Tal vez los EE.UU., y el mundo occidentalizado, que ahora es todo el mundo, vuelva a su equilibrio cuando deje de buscar la felicidad y descubra la dicha en el ser, en lugar de en el hacer.
Ciertamente, si uno no tiene suficiente para comer, tiene insomnio o depresión, esto resulta realmente abstracto. Se requiere cierto nivel de equilibrio. Pero si uno intenta tratar los síntomas de la falta de felicidad con alcohol, drogas, coches, sexo, o incluso con arte, belleza, ejercicio y paseos por la playa, o con servicio comunitario o seguridad social solamente, Columbine, fuera de las escuelas, con una pseudo-doctrina paranoica de la libertad, es la forma que tomará la búsqueda de la felicidad para muchos.
Cambiar la Constitución de los Estados Unidos, de la búsqueda a la propiciación de la felicidad, puede ser necesario — para que el mundo se recupere.
Eso es, por cierto, verdaderamente epicúreo. El entendimiento de que la felicidad no es el resultado de algo adquirido, sino permitido —el resultado de un equilibrio restaurado que permite que ocurra la experiencia de la propia naturaleza.
¿Está frente a nuestras narices?
Gracias y saludos
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