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La Ciencia y la Mitología Perdida

Podemos definir más de 2,000 años de cultura occidental a través de las distinciones que ésta hace entre mito y razón, entre lo imaginario y lo real, entre subjetivo y objetivo y en última instancia entre magia y tecnología. ¿Estaremos entrando en una nueva fase de ese proceso?

El sello distintivo de los filósofos griegos, en cuyo pensamiento se basa en gran medida la cultura occidental, es el paso del mito a la razón.

Hesíodo, dio el primer paso alrededor de siete siglos a.C., con su obra Teogonía.

«Esta representa el tránsito de una explicación de la realidad basada en leyendas poéticas y construidas en base a representaciones simbólicas, imágenes, metáforas, etc. a una explicación de la misma basada en la lógica, aunque su cosmología incluye entidades semi-abstractas como Caos, Gea, Tartaro y Eros para explicar la estructura de lo real.»

Manuel Pérez Cornejo: De Hesiodo a Jung: El sentido de los mitos desde la filosofía

Poco a poco se iría estableciendo una separación cada vez más tajante entre lo imaginario y lo real.

Para cuando llegamos a Aristóteles, 350 años después, la razón adquiere supremacía, aunque todavía referida a algo trascendental, más allá de la razón.

Otros 250 años después, siglo uno a.C., en Roma, Lucrecio escribe Sobre la Naturaleza de las Cosas, donde plasma en poesía los dichos de su maestro Epicuro: “Nada nace nunca de la nada por voluntad de los dioses.”

Lucrecio se considera en el Renacimiento como un pilar para sostener ideas racionalistas y laicas. A pesar de toda la estructura y el arte religioso de la época, representa una especie de presagio de Galileo, y el método científico, que entraría en choque con la iglesia.

El método científico asume la existencia de una realidad objetiva que es capaz de ser observada y entendida por el sujeto investigador, quien para ello necesita mantener su distancia de lo observado, realizar experimentos repetibles para llegar a conclusiones aceptadas por una comunidad de especialistas, lo que supone que no estén contaminadas por la subjetividad del observador.

Repentinamente, hace unos 100 años, vinieron a irrumpir en estas premisas algunos experimentos en física relacionados con los pequeños componentes que configuran las cosas observables por nuestros sentidos (la física cuántica), es decir el átomo y lo que lo conforma, donde el observador parece afectar y concretar lo observado.

Acá puede servir una analogía: sería como si el acto de observar el agua que emana de una fuente la congela, y la convierte en un objeto, a partir del agua líquida en movimiento.

Así más o menos es cómo observamos partículas. Hasta ser observadas, son ondas, decía la primera interpretación de la física cuántica, conocida como la interpretación de Copenhague.

Por algunos años, gente con un interés en la cosmogonía oriental antigua, ha querido ver una confirmación de dicha visión filosófica en la física moderna.

Por otra parte, mucha de la gente que mejor explica esa física se declara atea o agnóstica, como Stephen Hawking o Robert Penrose (aunque éste último habla de una proto-conciencia como ingrediente fundamental en el universo).

¿Será que lo que falta a los científicos occidentales es entender que la cosmogonía oriental incluye un concepto teológico impersonal, con un Dios que es más como lo define el filósofo Baruch Espinoza, que como lo definen las religiones judeocristianas?

El de Spinoza es el concepto de un orden subyacente, una inteligencia de la naturaleza que ordena y gobierna los fenómenos observables; ésta inteligencia se puede discernir como las leyes de la naturaleza.

Tanto la física moderna, como Spinoza, como la cosmología oriental, apuntan claramente a una totalidad indivisible de la que todo forma parte.

Entonces, y sin hablar de Dios, personal o impersonal, hablemos de magia.

Entrelazamiento

La tecnología de hoy, que nos permite volar de una ciudad a otra, o recibir una señal de radio o TV, sin duda aparecería como magia en otro tiempo.

Es interesante que una de las consecuencias teóricas de la física cuántica, algo que se conoce como entrelazamiento, no fue aceptada por Einstein por aparecer precisamente como magia. “Acción misteriosa a la distancia,” le llamó él, rechazando la explicación que daban algunos de un efecto cuántico.

Ahora el entrelazamiento ha sido demostrado, sin que quepa la menor duda sobre ello. No importa la distancia, hay una información compartida de lo que pasa en un lugar, que activa una acción instantánea y equivalente en otro lugar, aunque sea del lado opuesto del universo.

Físicos y pensadores, como Sean Carroll, a quien también le disgusta la connotación “hippy” de la conciencia como agente creador, afirman que no es ésta la que cristaliza posibilidades con su observación, sino que el entrelazamiento entre el observador y lo observado —ambos realidades objetivas— crea un mundo específico.

Este entendimiento es que todo, tanto el observador como lo observado, están constituidos de entrelazamientos de partículas elementales, las cuales a su vez tampoco son partículas. Sólo son entrelazamientos de vibraciones de un campo (el campo cuántico).

Lo que aparece solido ante nosotros es un entrelazamiento vigoroso de vibraciones, como la antorcha que mueve una mano en la noche oscura y aparece como un círculo.

El círculo existe y nosotros existimos. Se puede filmar, no lo crea nuestra conciencia. Pero tampoco es sólido. Sólo parece sólido. Lo que aparece vacío es sólo porque ahí hay menos entrelazamientos, pero el campo cuántico está en todas partes, conectándolo todo.

Magia

Ok.

Acá no hay nada teológico ni espiritual, pero tenemos que admitir que hay algo mágico. No sólo porque emergemos de vibraciones, sino por otro (pequeñito) detalle:

Al entrelazarse, el observador con lo observado, en un mundo en el que algo se mueve a la izquierda, por ejemplo, se crea simultáneamente otro mundo en el que está el mismo observador viéndolo moverse a la derecha. ¡En serio! 

Esta es la explicación, que no admite el elemento de conciencia como agente creador de los fenómenos observados, se conoce como La Interpretación de los Múltiples Mundos. Puede sorprendernos que hoy en día gana las encuestas en cuanto a interpretaciones de la teoría cuántica, aunque no sea por mayoría de votos, sino sólo por una pluralidad de físicos.

La Interpretación de los Múltiples Mundos invoca la existencia de todas las posibilidades (en vez de todas las posibilidades existir en potencia), pero en yuxtaposición, en mundos paralelos.

Por muchas décadas los físicos se habían dado por vencidos, casi todos ellos, en cuanto a poder explicar la mecánica cuántica. Bastaba con usarla sin entenderla para crear cosas como el GPS y el Cat Scan, y el dispositivo en el que estás leyendo esto, pero ahora están retomando el tema de entenderla.

Lo interesante para mí es que, ya sea que nos quedemos con Copenhague o con los Multiples Mundos, la separación que se fue dando a lo largo de más de 2,500 años entre el sujeto y el objeto de observación ha llegado a su fin.

Ya sea porque el observador cristalice lo observado, o porque el entrelazamiento entre ambos cree su mundo.

De hecho Lucrecio no estaba muy lejos del entendimiento al que llegamos en la actualidad. Para él la materia estaba hecha de partículas muy pequeñas, en movimiento perpetuo, chocando y virando en nuevas direcciones. Dos mil años después parece que sólo falta agregar que las «partículas,» en el fondo, no son más que vibraciones; y que todo se mantiene entrelazado. Ah bueno, y lo de los mundos paralelos…

¿Tecnología?

Esto nos lleva a reconsiderar la diferencia entre magia y tecnología. Ciertamente volar en avión o ver televisión aparecería como magia a los antiguos.

Por otra parte, el entrelazamiento nos puede llevar a considerar, desde una perspectiva ligeramente diferente, apelaciones a Marte o a Júpiter, fuerzas naturales mitológicas, veneradas otrora desde India hasta Roma, en ceremonias realizadas aún el día de hoy, en la India, habitualmente, después de leer el horóscopo de un recién nacido.

¿Entrelazamiento entre una fuerza de la naturaleza, por un lado, y la psique y el entorno del niño, por el otro, discernido en el mapa del firmamento en el momento de su nacimiento? Aunque no deja de sonar inverosímil, de repente suena menos descabellado y más en una continuidad, aunque sea conceptualmente, con el uso del código genético o la composición de la sangre, para estudiar circunstancias «subjetivas» del recién nacido.

Esto nos lleva a ponderar el tipo de metodología que podría llegar a sacarnos del atolladero en el que estamos como sociedad, creado por tecnología maravillosa pero surgida a partir de una visión científica segmentada de la naturaleza, interior y exterior, objetiva y subjetiva, antes de la física cuántica.

Esa visión que separa es el sub-texto de una cultura en la cual, por ejemplo, ya que somos diferentes a nuestro entorno, se suponía que lo podíamos explotar ilimitadamente para nuestro beneficio, o a otros seres humanos.

Creo que podemos esperar que la revolución en el entendimiento de la separación y la unidad, en la física, cambiará el sub-texto de nuestra cultura.

¿Estaremos ahora, después de 2,500 años de alejamiento paulatino del mito, de regreso, más cerca de Platón y el mundo de las ideas, que del modelo aristotélico-tomista, en el que existe una sola realidad objetiva?

¿Habrá forma de acceder al campo cuántico para reparar cosas o re-setear las cosas? Ya sea la salud o la coherencia en el funcionamiento social. Investigaciones como la del Efecto Maharishi, de la que hablaré en la próxima publicación, resultan muy sugerentes.

Ahora que vemos concatenarse toda clase de crisis: de salud, de indole social, económica, política y climática, quizá nunca volvamos completamente a la semblanza de normalidad que teníamos en el pasado, pero que nos acerquemos más, quizá, a una normalidad más profunda y real.

2 comentarios sobre “La Ciencia y la Mitología Perdida

  1. Desde la vision de mi eterno niño curioso, prefiero pensar en la magia del universo, los sentimientos y de la vida misma, sin embargo, con el paso de los años, me inclino por la racionalización del ciclo de vida .
    Si me hubieren murmurado la mecánica química del amor, quizás habría perdido la facilidad de acceder al alma, desprovisto de un pasaporte intelectual.
    La lectura de tu escrito es fascinante y sin embargo me causa conflicto, porque es la experiencia, el conocimiento empírico, el que nos acercará a soltar las riendas de la conciencia y dejarnos llevar a las tinieblas de la nada. Una muerte dulce, desprovista de palabras, un cúmulo innecesario de ecuaciones y conocimientos, que sólo nos alienan de la posibilidad de vivir la humedad de la lluvia despreocupadamente, por el simple hecho de vivir intensa y cándidamente.

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  2. En efecto, si con todo con lo que nos quedáramos fuera el intelecto, seríamos muy pobres. Es el poema, la obra o el entendimiento que describe una experiencia, lo que cuenta.

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