Puede que se encuentren cada vez más marginados –el virus por las vacunas, y el trumpismo por la demografía–, pero allí donde encuentran terreno fértil se están volviendo más perversos.
El virus está desarrollando mutaciones más contagiosas y letales que suponen una amenaza mayor que la del virus original para los no vacunados.
Respecto a la base trumpista, David Brooks escribe en el New York Times: «Lo que está ocurriendo sólo puede designarse como un venenoso ataque de pánico».
Como sustento de esta conclusión Brooks cita las estadísticas que muestran la contracción de los dos grupos que constituyen la base trumpista:
La población blanca sin estudios universitarios cayó del 53,8% del electorado en 2016 al 49,2% en 2020. Entre los cristianos evangélicos blancos, el porcentaje de los que asisten a alguna institución religiosa ha caído por debajo del 50%, por primera vez en 80 años.
Señala, al mismo tiempo, la radicalización que se está produciendo en ese mundo: «Los decentes saben que deben volverse despiadados. Deben convertirse en la materia de pesadillas«, escribe Jack Kerwick en la revista trumpiana American Greatness. «El hombre bueno no debe escatimar ni un momento para entrenarse, tanto en cuerpo como en mente, para convertirse en el monstruo en el que necesita convertirse para matar a los monstruos que se aprovechan de los más vulnerables.«
La presidencia de Biden goza de un amplio apoyo. Hasta el momento sus tres principales políticas, al respecto de la pandemia, la pobreza y el medio ambiente, parecen tener buen acogimiento en general. No sólo por los demócratas, sino también por un pequeño pero importante número de votantes republicanos. Una economía en ascenso en los Estados Unidos parece avivar el optimismo en ese país. Los jóvenes de los EEUU tienen cada vez más esperanzas.
En última instancia, los reacios a la vacuna la podrán evitar, por su cuenta y riesgo, aunque el virus demore años en dejar de ser una presencia marcada en la sociedad, sin que se alcance la inmunidad de rebaño por años pues algunos pastores van por otro rumbo. Los supremacistas blancos radicales podrán volver a residir principalmente en las márgenes de la sociedad, aunque incidentes de terrorismo doméstico también se vuelvan más comunes. Es posible así mismo que ni siquiera las grandes naciones contaminantes puedan doblegar el fervor ecologista que se está levantando para frenar la corriente del cambio climático. Aunque vivamos con efectos del calentamiento global al menos por décadas
Pero las victorias, en estas batallas que suceden entre un número creciente de personas adhiriéndosela a influencias aparentemente progresistas y saludables, y la persistencia de tendencias negativas, en disminución cuantitativa pero poseedoras de gran potencia destructiva, están lejos de haberse alcanzado –o de ser seguras–.